viernes, 11 de diciembre de 2009

Ved en trono a la innoble desigualdad


El trono cotidiano
por Carlos del Frade (APE)


Las pibas y los pibes cantan cada día con menos ganas el himno nacional argentino.


Es una pena porque es una bella poesía libertaria aunque haya sido censurada de la misma forma que su música original.

En una escuela de la zona sur de la ciudad de Rosario le dijeron a un cronista que era mejor no cantar la letra del himno. “¿Por qué?”, preguntó el periodista.


-Porque son todas mentiras. No tiene nada que ver con lo que vivimos todos los días -respondió una dulce niña de no más de catorce años que, al momento de contestar, tenía su mirada nublada por el inconfundible perfil de la tristeza.

Tienen razón las pibas y los pibes que cantan cada día con menos ganas el himno nacional argentino.


A pasitos nada más de los doscientos años del sueño colectivo inconcluso parido el 25 de mayo de 1810, la poesía de Vicente López y Planes promete que en el trono de la vida cotidiana debe estar la noble igualdad.




Y la noble igualdad no está.


La secuestraron, la desaparecieron, la humillaron, la expatriaron.


Algo hicieron con ella.


Y eso es lo que sienten y perciben las pibas y los pibes en las escuelas.


Hasta los números del oficialismo les dan la razón a los chicos.


Más de siete millones cuatrocientos mil argentinos ganan menos de mil quinientos pesos por mes.


Y solamente dos de cada diez superan los dos mil quinientos pesos cada treinta días.


¿Qué trono de qué igualdad se puede alcanzar con semejante salario enano para tantos y tantos millones de argentinos?


“Ved en el trono la noble igualdad”, dice la hermosa letra libertaria del himno.


Es una gran mentira. Una dolorosa y gran mentira.


Porque mientras millones y millones de argentinos tienen que hacer magia para empatarle al fin de mes, las principales doscientas empresas concentran casi el 60 por ciento de la producción anual de los cuarenta millones de habitantes del territorio nacional.


Obscena concentración de riquezas en pocas manos, por un lado.


Fenomenal precarización y empobrecimiento en muchas manos, por otro lado.


El trono cotidiano muestra la innoble desigualdad.


Algunos ejemplos para saber quiénes tienen el trono en la Argentina crepuscular del tercer milenio.


YPF, facturó durante 2008, más de 34 mil millones de pesos. Una cifra que significa un nivel de facturación de más de 67 mil pesos cada sesenta segundos.


Cargill, vendió por 19.700 millones de pesos en un año. Algo así como 38 mil pesos por minuto.


Telecom, más de diez mil millones de pesos en 2008. Más de 20 mil pesos cada sesenta segundos.


Ellos están en el trono de la innoble desigualdad en la Argentina.


Mientras ellos facturan miles de pesos por minuto, más de siete millones de argentinos apenas arañan mil quinientos pesos cada treinta días.


Por eso las chicas y chicos cada día cantan menos el himno nacional.


Saben que es una gran y dolorosa mentira aquello de ver en el trono a la noble igualdad.