domingo, 2 de diciembre de 2007

La geopolítica del poder y las resistencias populares



América Latina ha sido un territorio saqueado a partir de la conquista europea. Los bienes de la naturaleza fueron devastados, y los pueblos originarios sufrieron un sistemático genocidio. También murieron en estas tierras millares de afrodescendientes esclavizados. En el siglo 20, el imperialismo norteamericano en ascenso, ha considerado a América Latina su patio trasero, y continuó las invasiones, saqueos y muertes.
En las últimas décadas, se desarrolló una nueva ofensiva sobre los territorios de América Latina que adquieren un papel destacado para la lógica de dominación del capitalismo. En esta región se concentran bienes naturales fundamentales: agua, biodiversidad, petróleo, minerales, suelos ricos para diversos fines; además de presentar inmensas extensiones de tierras y climas óptimos para explotaciones agroindustriales que llevan a una explotación inusitada de la naturaleza y de la vida.
La "recolonización" del continente avanza en el cercenamiento de la soberanía de los pueblos, en pos de desarrollar y defender los intereses de las transnacionales. Una vez más en su historia, América es receptora de capitales extranjeros que se asientan en la región con la finalidad de expropiar recursos vitales para la vida.
En este contexto el Cono Sur se convierte en un espacio privilegiado de disputa y expropiación de nuestros bienes naturales. Esta región es la primera reserva biótica terrestre del planeta y la segunda marina. Almacena cerca del 25% del agua mundial. Sus grandes extensiones de tierras, minerales, biodiversidad, su diversa disponibilidad de agua dulce (glaciares, acuíferos, ríos, cuencas), la hacen más codiciada para sostener proyectos mega-energéticos, a través de instalación de represas y producción de energía llamada "alternativa", basándose en el agronegocio.
La búsqueda es garantizar grandes ganancias, por ejemplo con los monocultivos agroindustriales y la minería. Más aún, dentro de cada una de estas actividades se da prioridad al tipo de producción más rentable. Así, el agronegocio se orienta hacia la exportación de celulosa, y la actividad minera muestra una tendencia a centrarse en la extracción de oro y uranio
La realidad del cambio climático y la crisis del modelo energético basado en hidrocarburos, y la emergencia de los agrocombustibles como una falsa alternativa a ambos problemas, se han convertido en elementos que sobredeterminan, desde el ámbito internacional, las políticas nacionales en términos de producción agrícola, energía e infraestructura, atentando contra la soberanía de los países en materia alimentaria, energética, y política.
Los agrocombustibles significan la profundización del modelo del agronegocio y de la agricultura industrial, principal frente de avance del capital sobre el territorio del Cono Sur, y son parte de una nueva geopolítica global, pues en función de la actual dependencia mundial de combustibles fósiles los países industrializados y sus corporaciones transnacionales han desarrollado mecanismos económicos, financieros, políticos y militares, para garantizar el control de los recursos hidrocarburíferos y ahora de la agroenergía. La geopolítica de guerra sujeta al petróleo se retroalimenta en el nuevo escenario de la agroenergía.
Esta geopolítica de los agrocombustibles impone un reordenamiento territorial global, eliminando cultivos alimentarios para la producción de insumos energéticos, cuyo impacto en los precios de los alimentos ya es visible, e impulsando la colonización de nuevas tierras a escala progresiva, lo cual impactará más gravemente sobre la población rural, generando fuertes flujos migratorios.
En el caso particular de la Argentina, la apuesta de la trasnacionales del agronegocio en la exportación de agrocombustibles ha puesto a funcionar un engranaje de producción de biodiesel en asociaciones con capitales nacionales como Vicentín, AGD-Bunge S.A y SACEIF - Louis Dreyfus, y del sector petrolero Repsol y la nacional ENARSA, previendo instalar una capacidad de producción de 3,1 millones de toneladas anuales por el total de las plantas.
Hacia fines de año, entrarán en funcionamiento las primeras grandes plantas construidas por las industrias aceiteras instaladas en los puertos del Paraná cercanos a Rosario. Son seis plantas que producirán 1,2 millones de metros cúbicos anuales de biodiesel. Es importante destacar que en la ciudad de Rosario se encuentra el grupo exportador sojero más importante del mundo. Ubicado estratégicamente, concentra la mayor actividad portuaria e industrial relacionada a los agronegocios.
Según datos oficiales, la Argentina exportó en los primeros seis meses del año más de 43.000 toneladas de biodiesel, en tanto la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH) asegura que hay varias plantas próximas a inaugurarse con lo cual la producción se multiplicará con creces. Se estima que antes de 2010 la Argentina produciría más de 2 millones de toneladas, un volumen que a valores actuales rondaría los U$S 520 millones. La demanda local de biodiesel desde 2010, con la entrada en vigencia del B5 (uso de 5% de Biodiesel en gasoil) obligatorio, será alrededor de 690 mil toneladas anuales.
Para suplir los compromisos asumidos de exportación de aceites y granos, sumada ahora la demanda –principalmente europea- de biodiesel de soja, y para cumplir los requerimientos internos de cortes obligatorios legislados, se programa la deforestación de entre 4 y 7 millones más de hectáreas de bosques nativos para avanzar con la frontera sojera, así como la importación de 3 a 4 millones de toneladas de soja provenientes de Bolivia, Brasil, y especialmente Paraguay.
Todo lo mencionado implica la profundización de la violencia del modelo que se manifiesta a diario en la expulsión de los campesinos, la militarización del campo, la extranjerización de territorios, la apropiación de los recursos naturales, las inversiones del Estado al servicio de las corporaciones con crecimiento de las deudas externas, la concentración de tierras, la desertificación, la contaminación por agrotóxicos y por transgénicos, la destrucción de la biodiversidad, el éxodo rural y el crecimiento de los cinturones de miseria en torno a los centros urbanos, la desocupación generalizada y precarización del trabajo, el hambre y la desnutrición.
Diversas transformaciones en el sistema político, jurídico y legislativo facilitan, consolidan y profundizan la superexplotación de los pueblos, la destrucción y dominio de nuestros territorios. Renovados mecanismos de militarización, criminalización y judicialización a escala regional pretenden neutralizar las resistencias que cuestionan las prácticas del modelo de desarrollo hegemónico actual.
Dentro del nuevo esquema de dominación la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIIRSA) es un plan para construir la infraestructura necesaria para expoliar nuestros bienes naturales. Se construirán rutas, ferrocarriles, hidrovías, puertos, gasoductos, oleoductos, acueductos, telecomunicaciones. Tiene la particularidad de ser un tipo de integración gestionada en gran medida por las élites del sur, pero que beneficia a los sectores económicos dominantes del mercado internacional. Nuestros Estados se endeudan para construir estas obras.
La cuenca del Plata forma parte del trazado de dominación delimitado para la instalación de represas y la formación de la Hidrovía Paraguay-Paraná que consiste en un sistema de transporte fluvial, que conecta el interior de América del Sur con los puertos de aguas profundas del curso inferior del Río Paraná y del Río de la Plata. Estos proyectos, tienen como propósito modificar los ríos para transformarlos en vías rápidas y baratas de transporte de materias primas.
En este contexto, en el litoral de Argentina, fueron surgiendo diversas organizaciones sociales que enfrentan múltiples emergencias ambientales, sociales, culturales y económicas producto del monocultivo de soja, de la instalación de papeleras, represas, deforestación de bosques, la expropiación de territorios a los pueblos originarios y la usurpación de la cuenca del Plata, que es una de las potencialmente más ricas del planeta.
Son movimientos sociales, asambleas barriales, vecinos autoconvocados, agrupaciones, frentes populares, que son afectados por el modelo de desarrollo actual y que defienden los bienes naturales, la soberanía popular y comienzan a pensar un nuevo modelo civilizatorio donde primen los valores que garanticen el desarrollo integral del ser humano y su relación dialógica con la naturaleza. En este camino son necesarios los encuentros y los espacios de reflexión para tejer redes y detectar fortalezas, debilidades y desafíos que nos presenta el escenario actual.




(El texto está tomado de la convocatoria al Seminario "La geopolítica del poder y las resistencias populares ", Rosario 1 y 2 de diciembre de 2007. Las fotos muestran a dos de nuestros Chicos de la Huerta en plena actividad)