viernes, 13 de julio de 2007

Donde la pobreza no es tanta y las sonrisas son más

De a poco se van arrimando.

Los ojos curiosos escrutan el caminar mientras se acercan, tímidamente, y emparejan el paso. Atravesamos las calles del barrio y la manada se agranda. Llegamos a la “casita”: un refugio, un espacio de encuentro, un lugar en ese mundo donde la pobreza no es tanta y las sonrisas son más.

Entre corridas y manchas puente y escondidas, los chicos del Taller de Juegos de la “casita de Playa Norte” inundan el jardín, apropiándose del lugar, recorren los rincones explorando sensaciones.

De repente una señal que les dice que hay que ordenarse, entrar, reconocerse en el afiche donde las señoritas les toman la asistencia. Pero el torbellino no se aquieta fácilmente, entonces llega el Larailailero (canción infantil), que empieza entonándose a los gritos y termina entre murmullos.

Y así sigue el juego en las mesitas y la actividad del día sin olvidarse que la ludoteca espera para ser abierta y despertar la creatividad de cada uno. Allí el juego los hace libres. Eligen con qué jugar sin pautas, sin consignas, desarrollando sus habilidades y gustos.

“A ordenar, a ordenar, cada cosa en su lugar”. Cada uno a su lugar, nosotros a nuestro lugar, ellos a su lugar hasta el próximo encuentro. Corriendo, dispersándose por las calles, flotando por el aire.

De a poco se van alejando.

Sol Abasolo – Micaela Lorenzatti