lunes, 23 de julio de 2007

"Habíamos empezado de abajo y ahora estamos bien arriba."

Venimos porque nos divertimos mucho, porque no queremos estar en nuestras casas, porque nos gusta la computadora.
Isabel Rojas y Orlando Fernandez


Nosotros en el taller nos sentimos bien porque hacemos periodismo, hacemos de todo, cuando venimos a las Manzanas Solidarias venimos a trabajar. Nosotros venimos porque hacemos de todo con los profes Matías y Micaela.
Waldo y Matías


Por que me aburro en mi casa… por que me gusta jugar en la computadora…por que me gusta trabajar.
Fernanda Soledad Rojas

A nosotros tres nos gustaría cuando seamos mayores de edad ser unos grandes periodistas, y ser respetados por todas las personas.
Nosotros estamos en las Manzanas Solidarias y lo que nos gusta hacer en las computadoras es “escribir noticias” (lo que pasa en el barrio), también nos gusta “jugar”, pero sobre todo nos gustaría hacer un diario, nosotros antes no sabíamos que es lo que era un diario, pero ahora que sabemos es que queremos hacer uno, gracias a una señora colaboradora estamos aprendiendo este taller de “periodismo”.
Gracias a ella nosotros recién podemos usar el teclado y el Mouse.
Nosotros no teníamos nada porque habíamos empezado de abajo y ahora estamos bien arriba.
Dalma Aranda, Diego y Antonela Aranda

viernes, 20 de julio de 2007

¿Habrá mendigos en el Shopping de los Niños?

Shopping de los Niños

Carlos Wysokikamien (director del emprendimiento), Marta Penadés (responsable de marketing), Andrewina McCubbin (directora general de Coca Cola Uruguay) y Juan Carlos López Mena (presidente de Buquebus), han saludado con entusiasmo la iniciación de las obras del Shopping de los Niños, en la ciudad de Montevideo.


“Con 3.000 metros cuadrados proyectados -se lee en una nota promocional- el Shopping de los Niños es una iniciativa pionera en Sudamérica...”

“Será un territorio en el que nuestros infantes -se lee en otra nota- aprenderán a ser adultos, a interrelacionarse con sus semejantes, a ser ciudadanos, en suma. (...) Allí los menores podrán jugar a trabajar, comprar o vender, aprender cómo funciona una fábrica de pastas, sacar la licencia de conducir, hacerse un chequeo médico, desentrañar los inquietantes misterios de una máquina que escupe botellas de refrescos y utilizar su propio dinero virtual o real...”

Sin ánimo de pinchar ese globo publicitario inflado con tantas ganas en la vecina orilla, recordemos que en el planeta, a la fecha, funcionan más de 400 museos de los niños, casi todos vinculados con centros comerciales y de recreación.

Los únicos privilegiados...

Uno de los emprendimientos verdaderamente pioneros en la materia, fue la República de los Niños, construida en 1949, durante el primer gobierno justicialista. Ocupa 92 hectáreas (920.000 metros cuadrados) que alguna vez pertenecieron al Swift Golf Club, en la localidad de Gonnet, provincia de Buenos Aires.

La República de los Niños tiene 50 edificios construidos casi todos a escala infantil, con un gran lago, islas y cinco kilómetros de rieles para que circulen trencitos.

El edificio del Banco, en esa mini ciudad, es una réplica en escala del Palacio Ducal de Venecia. El Museo del Muñeco es una réplica del Taj Mahal de la India. La capilla tiene arquitectura gótica, lo mismo que el Palacio de Justicia.

Sin duda los ingenieros civiles Lima, Cuenca y Gallo, encargados de dirigir esa obra que inauguró el Presidente de la Nación, en noviembre de 1951, sabían lo que hacían.

Pero mentiríamos si dijéramos que la República de los Niños con más de medio siglo a cuestas, mantiene el espíritu fundacional. Hoy es apenas un parque de diversiones, con juegos mecánicos y electrónicos, donde es posible pasear por las ruinas de una República que alguna vez (allí está la prueba) existió.

Ciudadanitos y consumidores

Otro antecedente importante es el complejo Urbania-Museo de los Niños que funciona en el Shopping Abasto, Buenos Aires. Fue diseñado por Gustavo y Marcela Nielsen, a fines de los ’90 y ocupa una superficie de 3.500 metros cuadrados (500 más que el proyectado en Uruguay), distribuidos en tres niveles.

Para Mariana Elsztain (primera directora) y para la arquitecta Marcela Grinberg, Urbania “apunta a brindar un espacio de reflexión, entretenimiento y aprendizaje no formal sobre la vida urbana, del cual el Abasto es un icono muy representativo..."

En 2007, transcurrido poco tiempo desde su inauguración, Urbania languidece frente al espacio de diversiones y entretenimientos llamado “Neverland”, que funciona en una planta alta del shopping.

Neverland (apropiación comercial de aquel literario País de Nunca Jamás en donde vivía Peter Pan) es sencillamente un casino, un casino para niños, preparado para gastar dinero y brindar un fugaz instante de alegría y diversión.

Lo cierto es que Neverland crece, y que el Museo de los Niños languidece.

En cambio, el Shopping de los Niños, éste que va a inaugurarse pronto en Montevideo, será un proyecto exitoso. Se llenará de niños pudientes y de padres pudientes, lo sabemos, que irán a gastar en sus artículos, en sus servicios y sus juegos, cada fin de semana.

¿Habrá mendigos en el Shopping de los Niños? Qué pregunta de mal gusto.

Habrá empleados capacitados, nos respondemos, imbuidos de “Responsabilidad Social Corporativa”, capaces de derivar a cualquier “menor en riesgo” hacia “instituciones de contención”...

Moralejas de Neverland

Hoy, en la República de los Niños, pueden visitarse las ruinas de una República que verdaderamente existió.

Y en Urbania, chicos y grandes pueden advertir cómo avanza, incontenible, el país de los no-lugares, el país de los no-niños, el país de nunca jamás.

El Shopping de los Niños sí es una empresa viable. Allí no habrá sueños igualitarios ni proyectos pedagógicos ni molestas interferencias.

Sólo se trata de comprar. De comprar para ser. De comprar, a secas.

Oscar Taffetani
(publicado en http://www.pelotadetrapo.org.ar/)

domingo, 15 de julio de 2007

Homenaje a Juan (con esperanza)




A veces sueñan, a veces viven, a veces no viven y ni siquiera tienen un espacio para soñar... Espacio físico seguramente hay, es ancho, extenso, ajeno o no, allí está.
Lo que falta es el espacio o la posibilidad de andar los días con la vida resuelta... Pero eso sí, la posibilidad de jugar, conmoverse, las ganas de aprender están alli, intactas, ávidas, desordenamente ansiosas.
















En homenaje a Juan, que murió hace unos días como mueren tantos, tantos sin que nos enteremos... con esperanzas y ganas, con el sueño de pensar que al menos cinco, seis, diez... NO CORRERAN ESA SUERTE.

Alicia

(fotos tomadas en el 2005, en ocasión del Premio a la Excelencia otorgado a nuestros Chicos de la Huerta)

viernes, 13 de julio de 2007

Donde la pobreza no es tanta y las sonrisas son más

De a poco se van arrimando.

Los ojos curiosos escrutan el caminar mientras se acercan, tímidamente, y emparejan el paso. Atravesamos las calles del barrio y la manada se agranda. Llegamos a la “casita”: un refugio, un espacio de encuentro, un lugar en ese mundo donde la pobreza no es tanta y las sonrisas son más.

Entre corridas y manchas puente y escondidas, los chicos del Taller de Juegos de la “casita de Playa Norte” inundan el jardín, apropiándose del lugar, recorren los rincones explorando sensaciones.

De repente una señal que les dice que hay que ordenarse, entrar, reconocerse en el afiche donde las señoritas les toman la asistencia. Pero el torbellino no se aquieta fácilmente, entonces llega el Larailailero (canción infantil), que empieza entonándose a los gritos y termina entre murmullos.

Y así sigue el juego en las mesitas y la actividad del día sin olvidarse que la ludoteca espera para ser abierta y despertar la creatividad de cada uno. Allí el juego los hace libres. Eligen con qué jugar sin pautas, sin consignas, desarrollando sus habilidades y gustos.

“A ordenar, a ordenar, cada cosa en su lugar”. Cada uno a su lugar, nosotros a nuestro lugar, ellos a su lugar hasta el próximo encuentro. Corriendo, dispersándose por las calles, flotando por el aire.

De a poco se van alejando.

Sol Abasolo – Micaela Lorenzatti